martes, 28 de abril de 2009

EL ALIMENTO... EL AMOR.



Pato, es quién nos alimenta en esta montaña femenina y a ella deberán acudir cuando quieran comer algo rico y cuando quieran aprender como embrujar desde un trozo de chocolate o una mágica sopa...
Algunas mujeres somos intransigentes, y a la vez sensibles hasta el hartazgo. Cómo pasar de la dureza y la firmeza, al brotar de las lágrimas y la emoción, sólo por sentir que los colores de alguna de nosotras se han alterado. Yo te he visto llorar, porque mi tristeza te invadía, yo te he sabido llorar, porque yo te irritaba…
Quién en su sano juicio, querría perderse esta vida?
Este fuego?
Eso somos. Fuego que se enciende desde una brasa, con una pequeña brisa, las cenizas mismas, que ese fuego deja… la tierra que la contiene y el árbol que crecerá sobre ellas.
Somos agua cristalina que corre entre las piedras, que brota como delgada y sutil vertiente, para convertirse en la gota que oradará la piedra, al punto de perforarla, de moldearla…
Ay, piedra y agua que a la vez somos…

Pato, comparte con su mamá, la fuerza que casi conocen, pero que aún deberían “ejercer” un poco más.
Su particularidad?
Su tesón, ése que brota desde las entrañas, rojo sangre.
Qué aprendí de ella? (o estoy aprendiendo…)A reponerse… tragar saliva, bien salada, de tantas lágrimas, y mirar de frente, con sus ojos oscuros que resaltan en la porcelana clara de su piel.

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